Étienne-François Geoffroy: primer intento de explicación de la reactividad química

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El 13 de febrero de 1672 nacía Étienne-François Geoffroy (1672-1731), un médico, boticario y químico francés cuya pasión por el conocimiento lo llevó a convertirse en un referente de su época. Miembro activo de la Academia Real de Ciencias de París, Geoffroy dedicó su vida a desentrañar los misterios de la transformación de la materia, sentando las bases para la comprensión de la reactividad química. Su legado, aunque a veces eclipsado por gigantes como Newton y Boyle, fue fundamental en la transición de la alquimia a la química moderna.

TEXTO POR BERNARDO HERRADÓN
ILUSTRADO POR GEMA OLLOQUI (AMEG)
ARTÍCULOS | EFEMÉRIDES
QUÍMICA
13 de Febrero de 2015

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Un científico en movimiento

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Geoffroy no limitó su aprendizaje a su país natal. Recorrió Inglaterra, Italia y Holanda, absorbiendo los avances científicos que florecían en la Europa del siglo XVII. En una era donde la experimentación y la observación ganaban terreno sobre la especulación filosófica, Geoffroy supo posicionarse como un hombre de su tiempo. Fascinado por el mecanicismo cartesiano, también mostró un gran interés por las ideas de Newton, reflejando la transformación intelectual que vivía la ciencia en aquel momento.

Su inquietud científica no se limitó a la química. Como boticario, experimentó con plantas medicinales, y como médico, aplicó su conocimiento a la farmacología, buscando nuevas formas de comprender los efectos de las sustancias sobre el cuerpo humano. Sin embargo, su mayor contribución llegaría en el campo de la química teórica.

Geoffroy y el fin de la alquimia

Uno de los momentos más emblemáticos de su carrera tuvo lugar el 15 de abril de 1722, cuando presentó en la Academia de Ciencias un documento que sería clave en la historia de la química: Des supercheries concernant la pierre philosophale. En este trabajo, Geoffroy desmontaba el mito de la piedra filosofal, la legendaria sustancia que los alquimistas aseguraban que podía convertir metales en oro. A través de un análisis crítico, expuso los errores y fraudes de los alquimistas, demostrando que sus experimentos carecían de base científica.

Con este golpe de gracia a la alquimia, Geoffroy se unió a una corriente de científicos que, como Robert Boyle con su Químico escéptico (1661), estaban estableciendo las bases de la química como una disciplina científica legítima. Sin embargo, el camino hacia la modernización no fue inmediato. Durante varias décadas más, la química tuvo que enfrentarse a obstáculos como la persistencia de la teoría del flogisto, una hipótesis pseudocientífica que retrasó el avance de la química hasta finales del siglo XVIII.

El primer intento de comprender la reactividad química

A pesar de su papel en la lucha contra la alquimia, el mayor legado de Geoffroy no se encuentra en su crítica a los alquimistas, sino en su intento de organizar la química bajo principios claros. En 1718, presentó la primera tabla de afinidades químicas, un intento pionero por explicar cómo unas sustancias reaccionan con otras.

En una época en la que la química carecía de un lenguaje estandarizado, la tabla de afinidades de Geoffroy ofreció un sistema visual que permitía predecir qué elementos o compuestos tenían mayor tendencia a combinarse entre sí. Esta contribución, aunque hoy pueda parecer rudimentaria, representó un paso esencial hacia la formulación de las leyes químicas que serían desarrolladas más tarde por químicos como Antoine Lavoisier.

Sin embargo, la química de la época aún carecía de un sistema claro de nomenclatura y formulación, lo que limitó el impacto de la tabla de afinidades. Hasta finales del siglo XVIII, con la consolidación de un lenguaje químico basado en reglas estrictas, la química no pudo avanzar con la rapidez deseada. Irónicamente, aquello que los estudiantes de química suelen encontrar más difícil hoy en día—la nomenclatura y formulación—fue lo que permitió que la disciplina alcanzara su madurez.

Un legado olvidado, pero esencial

Aunque hoy en día Geoffroy no goza del mismo reconocimiento que otros científicos de su época, su trabajo sentó las bases para la química moderna. Su esfuerzo por dar coherencia a la reactividad química y su crítica a la alquimia ayudaron a establecer la química como una ciencia legítima, basada en la experimentación y la lógica.

Al mirar hacia atrás en la historia de la química, es fácil ver los hitos de figuras como Lavoisier, Dalton o Mendeleyev, pero estos avances no habrían sido posibles sin los primeros intentos de sistematización de científicos como Geoffroy. Su tabla de afinidades fue, en esencia, uno de los primeros mapas de la química, un intento de comprender y predecir las reacciones químicas en una época en la que la disciplina aún estaba en construcción.

Hoy, su nombre puede estar relegado a las notas al pie de los libros de historia, pero su influencia sigue viva en cada laboratorio donde se estudian las reacciones químicas. Geoffroy fue un pionero en el mejor sentido de la palabra: alguien que, con los conocimientos limitados de su tiempo, trazó un camino que generaciones posteriores seguirían hasta convertir la química en la ciencia precisa y rigurosa que conocemos hoy.

 

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